Cosas de críos

Llegando a una edad, uno empieza a no descartar tener descendencia (ni sustos ni alegrías entre el auditorio, por favor, que es un suponer). Y entonces te planteas qué pensaría de ti el personal si le hicieras aprender a tu chaval La Internacional a los 6 añitos y recitar citas célebres de Gramsci antes de cada comida. O si pusieras cada domingo a la niña vídeos de las mejores intervenciones de Llamazares y Anguita en el Congreso. ¿Y si me los llevara a un encierro permanente o a una huelga de hambre?

Diréis: lo del principio podía tener hasta su gracia, pero con esto último te has pasado, Juan. Con la comida no se juega, y tus ideas son tuyas y no de la prole. Y sin embargo, uno acaba conociendo a familias que no dejan a sus hijos de 9 años comer el bocadillo en campamentos o escuelas de verano mientras dure el Ramadán. O, en algún caso, ni ir a la piscina, por si tragan agua. No son ocurrencias, son ejemplos reales.

El fiel sector católico de mis fans puede estar tranquilo, que esos dislates son cosa de bárbaros. Es más, la Iglesia está muy preocupada por la nutrición de la chavalería. Cañizares ha dicho que "no podemos, negar a los niños (...) el alimento que les permite madurar y llegar a la plenitud". Lo que pasa es que no se refería a bocatas de chorizo o nocilla, sino a darles unas buenas hostias. A comulgar, no se me entienda mal.

Resulta que la Iglesia plantea la necesidad de adelantar la edad de la primera comunión, porque "los niños viven sumergidos en miles de dificultades, rodeados por un ambiente difícil que no les anima a ser lo que Dios quiere de ellos, muchos, víctimas de la familia". De la familia, nada menos; tiene guasa.

La indiscutible diferencia de grado entre una y otra actitud responde a las situaciones casi opuestas que viven aquí dichas religiones: la que se refuerza como vínculo identitario para comunidades minoritarias de personas extranjeras, y la que busca no irse por el desagüe en un país en que ha sido hegemónica, pero cuya sociedad se seculariza a marchas forzadas. Pero el caso es meterles la religión en vena a los críos, no sea que para cuando les dé por pensar por sí mismos se les ocurra que es algo que se puede elegir.

¿Por qué aceptamos con tanta naturalidad que se meta la religión en la vida de los niños? Nadie dudaría de que no tendrían perdón unos progenitores que dijeran a sus churumbeles "aquí somos conservadores", "esta es una familia marxista" o que les hicieran el carnet del PSOE a los 10 años. Una cosa es inculcar una serie de valores y otra afiliar al personal. Porque no es lo mismo conocer la caridad cristiana que participar de los ritos y "obligaciones" del cristianismo. Ni es lo mismo enseñar a valorar los alimentos y la situación de quienes carecen de ellos, que hacer cumplir a chavales con un rito tan exigente como el Ramadán (al que, además, no están obligados).

Recuerdo que con 13 o 14 años empezó a despertar mi conciencia política, aunque fuera de forma algo caprichosa y poco meditada, y sin embargo hasta los 18 no me pude afiliar a IU. Surgió como un impulso, más que como consecuencia de una reflexión. Por aquel entonces, en mi casa no les hizo gracia alguna descubrir mis primeros pins con banderas rojas o cosas por el estilo. Entendían, con cierta razón, que cosas tan serias exigían una edad, un raciocinio, y una reflexión mayor. Sin embargo, estoy bautizado y tengo la comunión hecha: no solo hay tolerancia hacia el adoctrinamiento religioso de los menores, sino que incluso hay una fuerte presión social para que así sea, como demuestra el hecho de que la confirmación la dejaran ya en mis manos.

Me alegro de haber demostado que mi rojerío no fue una ventolera de crío, pero la verdad es que mis padres tenían razón en pedir algo más de cabeza fría para la política. En eso coincide también la ley, que exige ser mayor de edad para participar en los partidos. ¿Para cuándo una ley que exija lo mismo para participar en una confesión religiosa?

Comentarios

Pablo ha dicho que…
Juan, el año que viene hacemos la Cuaresma... se van a enterar estos musulmanes de lo que somos capaces!
Anónimo ha dicho que…
pues aunque culturamente parezca mentira, una sociedad democrática debiera proteger a los más débiles, entre ellos a los niños.

¿qué es eso de asustarlos con terribles torturas eternas si no hacen lo que el pederasta de la parroquia les ordena?

mitxel
Aynhat ha dicho que…
Vaya impresión con lo de la prole, pense que harías un gran anuncio jejeje. Por cierto, mis padres, gente de mal vivir, me llevaban de manis, de fiesta del PCE e incluso tenía algunos textos de rojos adaptados para niños/as, seguro que ahora les quitarían la custodia por semejante burrada pero yo no me quejo, sobre todo porque cuando quise acompañar a mi vecinita el domingo a la iglesia a ver que había no pusieron problemas, creo que es lógico que los hijos vivan como lo hacen sus padres, han de saber éstos no impedirles que conozcan otra realidad y que terminen eligiendo libremente. Un beso primo!
Juan ha dicho que…
Claro, Tania, a mí esas cosas me parecen normal. Que te lleven a manis o a la fiesta del PCE, o a misa o a la mezquita es lo lógico. Lo lógico, al menos, si lo hacen como si te llevan a la pescadería: tienen que seguir con su vida y allí donde te puedas llevar a los críos, pues sin problema.

E incluso lo de libros para niños... Bueno, ahí empezamos a entrar en terreno algo más peligroso, pero me parece que sí entra dentro de lo normal que uno dé a conocer a sus hijos algo que considera valioso, ciertas ideas y valores. El salto cualitativo es hacerle formar parte de una comunidad, llevarle a realizar actos que exigen convencimiento. Me parece bien que una familia pueda llevar a sus hijos a talleres en los que se hable de Cristo, si creen que es valioso. Lo prefiero, antes de que le bauticen y le hagan comulgar. Que lo vaya conociendo a partir de una cierta edad, dándole siempre margen para elegir.

De todas formas, si por el método de tus padres vamos a conseguir una cantera de lideresas a tu estilo igual nos lo tenemos que replantear...

Un abrazo, prima!

P.D.: Pablo, será al a vieja usanza, ¿no? Porque meterse una lubina los viernes, tampoco es pa tanto. Tienen narices las similitudes de ciertos ritos en unas y otras tradiciones.

P.D.2: Don mitxel, está usted sembrao últimamente
vacazul ha dicho que…
Juan ha escrito en serio "caridad cristina" :-)
Si no acabase de postear te enlazaba directamente
k ha dicho que…
y bueno... yo pienso (luego insisto) que el problema es tener solo dos padres... si tubieramos la madre que nos pario (casi necesaria) y luego en nuestro caminar por el mundo nos acompañara una "gran familia" donde hubiera falangistas, anarquistas, lesbianas, gente del PP_PSOE, del kkk, del barça, y de otras sectas parecidas... si tuvieramos referencias variadas, y unos nos hicieran respetar el ramadan y otros desayunar una paloma y un vinito (paloma: pincho tipico de salamanca, consistente en corteza de cerdo con ensaladilla o similar encima), igual era mejor... Pienso que antiguamente, cuando cada niño tenia hermanos, primos, tios, abuelos, y se crecia mucho mas en la calle, esto era mas o menos asi. que la industrialización, la familia nuclear, la prisa y el encierro ha creado una situación nueva a la que habria que adaptarse. Dicen que la politica del hijo único de china, aparte de frenar la superpoblación, ha dado una generación de pequeños monstruitos dictatoriales... ingenieria social...
Anónimo ha dicho que…
Pues resulta que, por increible que resulte, la Constitución española, art. 27.3, reconoce "el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones". Y esto es un clásico de las declaraciones de derechos (así, p. ej., art. 13.3 PIDESC, art. 18.4 PIDCP, art. 14.3 in fine Carta europea de derechos fundamentales, art. 2 Protocolo adicional al CEDH...).

De modo que a fastidiarnos toca. Porque ese derecho (abusivo, a mi entender; o al menos lo es en algunas de sus manifestaciones) tiene una gran implantación en el panorama de los derechos fundamentales.

De todos modos, también se suele reconocer el derecho de los menores (a partir de cierta edad, pongamos doce años) a pensar por sí mismos y a decidir en cuestiones de conciencia. No hace mucho una niña en el Reino Unido decidió dejar de tratarse de su enfermedad (lo que a la postre le provocaría la muerte) por lo traumática que le resultaba la vida así. Y se le respetó.

De modo que nos podemos imaginar por qué el cardenal Cañizares quiere adelantar la primera comunión...