¿Que hicimos mal en la campaña de Unidos Podemos?

Como comenté ayer, creo que la causa de la gran frustración producida en mucha gente por el 26J no se debe tanto a haber logrado un resultado malo, que realmente no lo es, sino a la sensación de estar ante un resultado incomprensible. Lo cual está motivado por las grandes expectativas generadas por las encuestas, que no vieron venir una deserción de posibles votantes de Unidos Podemos hacia la abstención (y por nuestra confianza en ellas, claro está).

Pero, una vez analizado por qué no se detectó ese movimiento, toca ver qué pudo provocarlo. Y, aunque en medio del berrinche pueda desahogar echar la culpa al empedrado, hay que buscar las razones en los errores propios, que obviamente ha tenido que haberlos. No es que yo haya tenido un papel muy destacado en la campaña -mi trabajo y otras obligaciones me lo impiden-, pero sí he participado en su diseño (por la parte de IU) y he estado en contacto con quienes han coordinado las tareas. Con lo cual, asumo mi parte de culpa en lo que planteamos mal o lo que no supimos ver a tiempo.

Es necesaria una autocrítica seria, sin paños calientes. Pero también sin fustigarnos: en buena medida, esta campaña ha tenido mucho de hacer de la necesidad virtud, ante la excepcional situación política, los escasísimos plazos para planificar y diseñarla y la particularidad de la coalición forjada. Del mismo modo, comparto lo que ayer decía Isaac Rosa, especialmente en dos puntos: 1) si el resultado hubiera sido otro, lo que hoy se señala como errores causantes de la decepción, serían identificados como genialidades que llevaron a la victoria; y 2) lo asombroso no es que ahora una candidatura protagonizada por Podemos haya tenido un traspié, sino que hasta ahora hubiera tenido un ascenso tan fulgurante.

Dicho esto veamos en qué cosas hemos podido equivocarnos:


  • En primer lugar, la propia gestación de la coalición fue algo conservadora, planteada a la defensiva y mirando hacia dentro. Gastamos mucho tiempo y energía en explicar que esto no suponía una fusión de organizaciones, que era una coalición laica o incluso un matrimonio de conveniencia. Mi sensación es que no le hablábamos a la gente en general, a la que poco le importaban los flecos del acuerdo, sino a los sectores más reacios a la alianza en cada organización. Y si dices que te juntas, pero poquito, la idea que transmites no es muy ilusionante. De hecho, probablemente reforzó los marcos que desde fuera nos intentaron imponer: que era un mero acuerdo de intereses para conseguir más "sillones" y el consabido "IU se vende por un plato de lentejas" para saldar su deuda. Unido a todo ello, la fase de activación de la campaña se fió casi en exclusiva a la firma del propio acuerdo: la conformación de listas fue una ocasión desaprovechada para activar a la base social, no ya por fomentar métodos más democráticos, sino sobre todo más movilizadores, que reforzaran la identificación con la candidatura y engrasaran las relaciones entre gente diversa por abajo. Esta vez ni siquiera se contó con fichajes relevantes de última hora que pudieran haber supuesto hitos informativos con los que motivar.
  • A esto se le sumó muchísimo ruido interno. Primero, los ecos que ya traíamos del 20-D: la clave de cualquier campaña es la diferenciación y en la anterior se exacerbaron desacuerdos que parte de la base social interiorizó, lo cual ha complicado en muchos casos no ya asumir la alianza, sino incluso trabajar conjuntamente una vez asumida. Pero es que, junto a ello, cuando iba ya a consumarse el acuerdo e incluso una vez cerrado y refrendado, las críticas siguieron sobre la mesa. Asumido que cada cual tiene derecho a expresar lo que considere, desde luego no es bueno para una campaña tener a pesos pesados criticando abiertamente la idea de confluir o incluso diciendo que les costaría votar. Alberto Garzón, particularmente, se tiró buena parte de la precampaña respondiendo preguntas al respecto e intentando desmontar la idea de que IU estaba siendo "fagocitada".
  • Debido en parte a esto, sacrificamos una idea básica: el principio de unidad de campaña. Debe haber un mensaje único que se transmita a través de todas las acciones, por todos los canales y todos los actores. Con variantes, lógicamente, pero con una coordinación unitaria que garantice la coherencia en toda la actividad de campaña. Haciendo de la necesidad virtud, asumimos que la idea de campañas separadas (con elementos y actos comunes), podía servir para consolidar a aquellos sectores más reacios a identificarse con una nueva marca común. Y quizá ha sido así, pero seguramente el coste ha sido alto: ha consolidado la idea de pacto de conveniencia entre formaciones que tienen contradicciones, como los medios se han encargado de amplificar una y otra vez. En más de una ocasión, distintas caras públicas de la campaña han tenido que salir al paso y responder sobre su acuerdo o desacuerdo con lo que había dicho otra persona de la candidatura, normalmente además en torno a cuestiones identitarias que podían perfectamente haber quedado al margen de la campaña. Cierto es que los medios han buscado con insistencia meter legítimamente el dedo en las posibles contradicciones internas, pero no hemos sabido salirnos del debate.
  • Esa diversidad mal gestionada ha complicado otro reto: seguramente no hemos conseguido crear una imagen que dé cobertura a los distintos perfiles de votantes. Este es ya un problema "de partido grande". Una vez que aspiras a ser segunda o primera fuerza, resulta mucho más complicado tener un discurso y una imagen al gusto de todo el mundo, porque aspiras a aglutinar a gente con vivencias y motivaciones muy distintas. En ese sentido, se está haciendo mucho hincapié en lo que ha podido restar la imagen hosca de Pablo Iglesias entre algunos sectores, particularmente los de mayor edad y con cierta proximidad al PSOE. De eso ha habido, doy fe, pero no se tiene en cuenta a cuántos otros activa o retiene precisamente ese mismo perfil. Del mismo modo, hay quien dice que se ha podido perder voto moderado por la alianza con IU, y puede que así sea, pero igualmente puede haberse perdido voto por la moderación en el discurso que protagonizaron las caras visibles de Podemos. El 20-D, lograron aglutinar a gente muy diversa ideológica, social y culturalmente, pero ese equilibrio siempre es frágil y ya empezó a erosionarse durante la legislatura fallida: seguramente algunos reprobaron la actitud hacia el PSOE, pero también otros se veían menos reconocidos en un Podemos que buscaba acuerdos con los partidos tradicionales. Quizá hemos pecado de exceso de confianza dando por hecho que era sencillo consolidar el apoyo de todos esos sectores tan variados, a los que se sumaba, para mayor complicación, el millón de votantes de UP-IU.
  • Era un exceso de confianza cimentado en la buena marcha de las encuestas. Apuntaron alto mucho antes de lo que teníamos previsto, nos situaron con un nivel de fidelidad y movilización altísimo casi desde el abrazo de la Puerta del Sol, cuando esperábamos lograrlo al final de la precampaña. Pero, por los motivos que apunté ayer, o hubo algún error metodológico o aquel apoyo era más frágil de lo previsto. Esas encuestas que nos consolidaban en segunda plaza, pero muy lejos de la primera, en vez de tensionar quizá relajaron a quien no tenía su voto seguro al 100%. Se preveía que pudiera haber un cierto efecto de voto útil, pero para que ello ocurra debe concurrir al menos uno de dos factores: que el voto a la otra opción realmente pueda ser inútil (no lograr representación) y/o que la opción mayoritaria se perciba como potencial ganadora. No me parece casual que haya sido en Cataluña, Euskadi y Navarra donde mejor haya resultado la cosa. Cierto es que también había buenas expectativas en Canarias o Baleares, pero quizá no tan consolidadas, ya que allí el bipartidismo se encuentra más firme que en los otros territorios mencionados.
  • Además, el marco del sorpasso que han consolidado las encuestas nos ha perjudicado. Es de lo que se hablaba una y otra vez durante toda la campaña: ¿se producirá? ¿en votos y en escaños o solo en votos? El PSOE se ha encargado de amplificar enormemente ese debate, en una estrategia que a mí me parecía profundamente errónea por victimista y por centrarse en intereses de partido, pero que quizá ha tenido su efecto. Eso, por una parte, ha impedido hacer creíble nuestro objetivo, político y electoral, de centrar la confrontación con el PP. Y, por otra, ha podido movilizar más al electorado socialista o incluso ampliar las transferencias de voto desde IU y Podemos.
  • Por otra parte, hemos vivido una campaña sin temas políticos y programáticos. No digo que no se haya hablado de ello en los debates y en los actos, pero desde luego ni los temas fiscales, ni los sociales, ni los laborales, ambientales o económicos, por ejemplo, han marcado la agenda mediática. Sobre lo que hemos hablado en esta campaña han sido, fundamentalmente, dos cosas: sobre el reparto de culpas en la legislatura fallida, y sobre la posición que cada partido ocuparía en el resultado final (y las posibles alianzas a posteriori). Tras cuatro meses de bloqueo institucional, todo eso ha debido de sonar a mucha de la gente más desencantada a politiqueo puro y duro. Si no sientes que se habla de tus problemas sino de las culpas de los partidos y de sus expectativas de voto, desconectas. Y aquí partimos de que Podemos es un partido que no tiene un nivel de identificación partidaria con su base social tan asentado como el de formaciones con más solera. Sin duda ha consolidado a una enorme cantidad de gente que sigue día a día su actividad, y es enormemente activa en redes, pero quizá haya una brecha grande, como apuntaba ayer, con respecto a otros sectores menos identificados que han caído más en la apatía. Así, aunque expertos como Iván Redondo afirmaban que Unidos Podemos marcó el ritmo de la campaña y los temas, creo que, o bien no fue así (se hablaba de Unidos Podemos, pero no de lo que nos interesaba sino de la campaña del miedo), o bien elegimos mal los temas con los que queríamos generar ese efecto "agenda setting".
  • Por el contrario, nos hemos centrado en disputar significantes como patria o socialdemocracia. Más allá de que a cada cual nos gusten más o menos, creo que hay dos errores a ese respecto. Uno, más concreto y discutible, que sería entrar a disputar conceptos que no son tan agregadores, que no forman parte del sentido común como sí lo hacen otros que antes se pelearon con éxito, como "democracia" o "cambio". El otro error, creo que más grave, es mezclar lo que debe ser una batalla cultural a medio y largo plazo con la táctica de campaña para tres semanas. Es posible que una de las tareas centrales para una izquierda que quiera ganar sea resignificar las identidades nacionales, pero es enormemente arriesgado plantearlo como elemento central de campaña. Del mismo modo que resulta de lo más interesante disputar la idea de un proyecto socialdemócrata consecuente  a quienes lo han desvirtuado en las últimas décadas (no nos engañemos, toda la izquierda comunista o postcomunista europea defiende hoy programas socialdemócratas), pero tengo serias dudas de que sea una identidad agregadora que funcione como un resorte en campaña.
  • Al margen de eso, hemos hecho una campaña conservadora de manual para una fuerza que no se lo puede permitir. Lo que estudiamos en la carrera recomienda que, si las encuestas te van bien, no debes arriesgar. El 20-D Podemos necesitaba remontar las encuestas, meterse en una campaña que se planteaba de nuevo como bipartidista, y supo hacerlo con gran maestría, hasta el punto de consolidar la idea de que podía alcanzar al PSOE, y a punto estuvo de lograrlo. Llegó a la recta final con su base social extremadamente movilizada y quizá ese objetivo concreto ayudó a agluitnar a todos esos sectores sociales diversos. Esta vez, sin embargo, partíamos ya de una segunda plaza muy consolidada que no hemos querido arriesgar; el máximo exponente fue la nueva versión de Pablo en el debate a cuatro. Yo reconozco que lo vi como un acierto: una salida de tono mal medida podría haber debilitado mucho y no es lo mismo asistir como un "outsider" que intenta hacerse hueco entre los mayores que como un aspirante con posibilidades reales de llegar a La Moncloa. Pero muy probablemente esa imagen más moderada y esa mano tendida al PSOE ha funcionado mal entre la base social que ya se tenía. Ante el electorado de más edad y exvotante socialista quizá no resultó un ofrecimiento sincero, y la gente más tendente al abstencionismo que usó el voto como protesta quizá vio una versión de Podemos que no era la que había votado.
  • Por otra parte, existen elementos externos que pueden haber afectado, como el Brexit. Hay dudas al respecto, algunos expertos lo señalan como principal desmovilizador y otros muestran serias dudas. Pero, de haber tenido efecto, habría sido dentro de un marco que se ha ido construyendo a lo largo de la campaña: el del miedo.  No hemos conseguido construir un relato de cambio y seguridad que en el plan de campaña marcábamos como idea central. En las épocas de crisis la gente quiere que las cosas no sigan como están, pero a su vez tiene un enorme miedo a que cambios drásticos sean aún más traumáticos. Eso se ha intentado combatir a través del apoyo de los "ayuntamientos del cambio" y su experiencia de gestión, al igual que el gobierno valenciano a través de Mónica Oltra. Pero probablemente se haya conseguido sembrar suficientes dudas en las cabezas de mucha gente como para plantearse, tras el Brexit, que era peligroso votar "de forma irresponsable".
  • Por último, el ciclo de movilizaciones ya queda demasiado lejos. Es una cuestión no menor que alguien apuntó en alguna de las decenas de conversaciones que tuve a lo largo de la noche del 26J en Madrid, a la búsqueda de explicaciones. Entre 2010 y 2013 vivimos una época de intensísima agitación social que generó fuertes consensos alternativos y alteró en buena medida el sentido común. Y quizá ese impulso que después sedimentó en una gran efervescencia política esté empezando a agotarse. Es obvio que esa fue la gasolina con la que se abrió un cambio de ciclo político-electoral que, quizá, comienza a dar signos de debilidad. Es lógico que toque replantearse los retos, las fuerzas y las oportunidades tras dos años convulsos y agotadores y quizá, haciendo de nuevo de la necesidad virtud, lo más positivo del 26J es que nos permitirá abordar con algo más de calma muchos debates que tenemos pendientes. 

De esto último intentaré escribir mañana.

Comentarios

Iñaki Escudero Vázquez ha dicho que…
Pecamos, todos, este artículo también, de soberbia...
Esto es como en el futbol: cuando ganas es merito tuyo, cuando pierdes también, y no pensamos que hay un rival que también juega y puede hacer bien las cosas, incluso mejor que nosotros.

Podemos es soberbia pura. Menospreció hasta el insulto a la gente de IU, y ahora muchos no se han visto con cuerpo de votarnos. Han menospreciado a un partido más histórico aún, el PSOE, dándolo por destrozado, muerto...

Y el PSOE ha jugado sus cartas, y muy bien. Ha apelado al patriotismo militante de la familia socialista y nos ha golpeado en el único sitio donde quizás podia hacerlo, en la cuestión nacional.
El sorpaso se ganaba, no en Catalunya, Euskadi o País Valencià (donde ya estábamos muy arriba), sino en tu tierra, la Mancha, Extremadura, Andalucía... ¿En cuantas circunscripciones de estos territorios hemos sido 1ª o 2ª fuerza? Aquí había que competir el voto con el PSOE, y estos son territorios rurales, muy españolistas, aquí el PSOE ha apelado a el "estos son nacionalistas y aceptan romper España". Quizás alguien le debiera haber dicho a las confluencias territoriales "chicos, estamos 100% con el derecho a decidir de las naciones de España, pero en campaña casi mejor que lo mantengamos calladito, no?".

Además, el tono de campaña diseñado por Errejón no ha sido creible, no ligaba para nada con el de los 4 meses de negociaciones tras del 20D. Y el brexit ha dado la puntilla, ayudando mucho al PP.

Los socialistas podrán ser muchas cosas, pero novatillos y tontos, no. Ellos también han jugado sus cartas y esta vez, en mi opinión, mejor que nosotros.
Muy razonable, pero, quizá porque yo no soy experto en campañas, hay parte de la abstención que yo sospecho que se debe a causas anteriores a la campaña o externas a la campaña. A mí me preocupa más saber esas razones de fondo (de tipo estructural) que las debidas a la campaña (que son coyunturales y valen poco fuera de la camapaña).
A falta de tener más datos, creo que (basándome en indicios y en ciertas deducciones):

- una parte de la abstención, aunque minoritaria, se debe a algunas personas que votaron a IU en Diciembre pero no lo hicieron a la coalición ahora por razones ideológicas o sentirse depreciadas previamente o, seguramente más, por rechazo a la forma de hacer de Podemos y especialmente de Pablo Iglesias. Esta la habíamos detectado previamente pero pensé que al final votarían; parece que no todos lo hicieron. Esta gente la tenemos en las redes, y no parece que estén siendo muchos los que lo cuentan (y creo que lo contarían). Otro argumento es que no hay tantos "izquierdistas-radicales", los números no dan, porque obviamente la parte más implicada en IU en general votó a la coalición.

- la parte mayoritaria de la abstención parece venir de exvotantes de Podemos que seguramente son del tipo de personas que se incorporaron a votar, o a votar distinto, pero de forma volátil, de tal manera que enseguida se han cansado de los juegos parlamentarios (pueden tener urgencias vitales que casan mal con eso), o no han compartido decisiones, y/o se han asustado ante la campaña del miedo que tan bien ha funcionado. En este tema yo decía que el miedo de la derecha no asustaba tanto a nuestros votantes y que era un medio para que fueran a votar "los suyos", pero no nos dimos cuenta de que, al sumarse el PSOE a esa campaña, hay gente de nuestro campo que ha dado muchas más credibilidad a esos temores (y cómo se presentó el Brexit, por supuesto más que el Brexit en sí, ayudó mucho a la puntilla final). Hay un indicio (no llega a prueba) de que estos son la mayoría: en nuestras redes personales y virtuales no los hemos detectado ni aparecen después: eso indica que no son las personas más movilizadas y más politizadas, sino las que votaron pero no están conectadas con las personas más activas.

También debió de haber fugas al PSOE (y ahí el miedo cuenta, y también la estructura y afectividad hacia las siglas), aunque también vinieron votos del PSOE a UP, así que por ahí no creo que haya tanta pérdida neta. Lo fundamental ha sido la abstención.

No digo todo esto por echar las culpas a algún sitio: si esos exvotantes de Podemos abandonaron, hay que reconocer que Podemos fue capaz antes de politizarlos, porque muchas de esas personas no estaban antes en posición de votar a una fuerza rupturista. Y parte de los que se politizaron permanecen, y lo van a seguir haciendo (y eso se lo debemos a Podemos). Lo que sí es cierto también es que los crecimientos que se asientan en bases más sólidas son más fácilmente duraderos, obviamente.

Saber por qué se abstuvieron unos y otros, qué porcentaje corresponde a cada tipo, y, sobre todo, saber por qué lo hicieron los exvotantes de Podemos (creo que son los que tenemos menos conectados y sobre los que, por tanto, tenemos menos datos; los exvotantes de IU que no votaron lo dicen más, porque son gente más activa políticamente y más conectada con los activistas, así que eso es más fácil de saber).

(También habrá que reflexionar por qué no se incorporaron de forma importante personas que no habían votado a Podemos ni a IU, pero ese es otro tema.)
cascarrabias ha dicho que…
ya que me bloqueaste en fb por decir verdades justo despues de resultar escogido en el grupito encargado de (destruir?) IU, te lo digo por aqui, a ver si puedes encontrar una respuesta alternativa: pablo iglesias, ese profesor universitario q salia en intereconomia, es un topo encargado de destruir la insurreccion social. primero se dijo heredero de un movimiento cuyo lema era no nos representan, luego consiguio imponer un aparato vertical controlado por unas pocas personas, la negociacion en la cupula si no podia ganar con sus listas plancha votando por internet, el no debate y aclamacion como forma de imponer todas sus propuestas.. y despues de un año en que no se sabia muy bien a que jugaban, lo deja ya del todo claro. es un topo al servicio del sistema, su funcion es torpedear cualquier posibilidad de que la calle pueda conseguir acabar con el pp-bipartidismo. despues de esto no hay lugar a dudas:
http://www.eldiario.es/galicia/Podemos-Marea-rompen-negociaciones-Galicia_0_547345390.html
cascarrabias ha dicho que…
me respondo. pues parece que podemos lo que queria era tensar la cuerda al maximo para intentar meter a la marea bajo su yugo. no ha podido y ha bajado la cabeza. acepta que estar ellos como ellos no es importante, que ya mas adeante se atribuira todos los meritos de la marea como si fueran suyos. increiblemente democratica la forma de tomar decisiones importantes en podemos, se hace un equipo que intenta presionar hasta despues de pasados todos los plazos a los otros, y despues de firmar el acta de defuncion el liderisimo demuestra que con un twit resucita a los muertos
pero en marea se presenta sin tener enfrente una lista absurda de podemos que facilitaria las cosas al ppsoe.

porque el psoe no pide que le investa el reicito y el pp? por la estabilidad de españa. el pp no puedue ser investido por el psoe porque eso significaria el acta de defuncion del psoe y con el del bipartidismo. el pp ya no puede echar las culpas de todo a Zapatero (se las puede echar a bruselas, o echar mas leña al fuego catalan, o.. ) y en cualquier caso no contara con el rodillo para actuar sobre el parlamento (a no ser que el parlamento se arrodille y de la razon a los que defienden que es una inutilidad pagar a tanto chorizo para que hagan todo mal) .

y bueno, pues parece que la marea no tendra enfrente a podemos en estas elecciones, logico si podemos quiere absorverles o sabotearles desde dentro. el tiempo dira si podemos quiere construir algo o solo destruir, que es lo que a mi me da la impresion
cascarrabias ha dicho que…
on topic.

una cosa a tener en cuenta es que mucha gente no vota por un partido, sino contra un partido. la ascension de los nuevos puede tener con eso. votar a la vez contra psoe y pp. que quisieran pactar puende pasar factura.. si alguien voto a podemos contra "la casta" y podemos intenta pactar con "la casta".. se ve que los profesores de universidad son casta, y no lumpen..
cascarrabias ha dicho que…
(y mucha gente vota contra pablito, uno de los politicos peor valorados segun el cis..)
Anónimo ha dicho que…
http://www.eldiario.es/norte/almargen/casa-casoplon-candidata-Podemos_6_558954126.html