Hola, Pablo

Hola, Pablo, ¿qué tal todo? Hasta arriba, ya supongo, aunque ahora al menos no tendrás que andar todo el día en aeropuertos. Leo en prensa que habéis lanzado una campaña para que la gente escriba cartas, y como andan por aquí mis compañeras del curro comentando que estuviste anoche en El Hormiguero me he dicho "oye, pues escribe a Pablo, que hace mucho que no habláis".

Qué tiempos tan locos, ¿verdad? No sé si te acuerdas, pero hace casi diez años estábamos en un avión volviendo de La Paz. Evo acababa de ganar sus primeras elecciones al derechista Tuto Quiroga, que se presentaba por... PODEMOS. Tiene su gracia; algún día me contarás si lo vuestro tuvo algo que ver o es pura coincidencia. Entre el aburrimiento por tanta escala y la necesidad de vencer la timidez que compartimos, nos pedimos un trago, lo justo para soltar la lengua. Aunque teníamos mil amistades comunes en la facultad, nunca habíamos hablado gran cosa, la verdad. Tú no te acordabas de que ya nos habíamos visto a finales de los noventa en alguna reunión en Madrid, en la UJCE. Por allí andaba Rafa y tantos otros, pero tú y yo nos dimos cuenta pronto de que, aunque era un sitio estupendo con gente maravillosa, no era el nuestro.


Recuerdo que entonces me alegré de ver que tú, y otros, os interesabais por las experiencias latinoamericanas. Ya sabes que en nuestra facultad los que nos arrimábamos a la política institucional éramos poco menos que apestados y yo siempre echaba en falta un puente con otros sectores activistas como el vuestro. Y, como poco antes andabais con un colectivo cuyo nombre no reproduciré para no dar carnaza a Inda, me pareció una evolución interesante. Ya ves tú, cómo iba a imaginar que ahora ibais a estar donde estáis. Aún se me hace raro que vuestros nombres salgan en cualquier conversación de bar y hasta en la sopa. En ocasiones me resulta gracioso; en otras es duro, como cuando machacaron al pobre Guille; pero las más de las veces se me queda el cuerpo extraño, como si todo fuera irreal o yo me hubiera quedado fuera de sitio.

Ya sabes que no me ganaré la vida echando quinielas. Allá por febrero del año pasado hablamos por teléfono y yo te decía que quizá os habíais precipitado, que vuestra aventura podría merecer la pena si servía para agitar las aguas de la izquierda, pero que si os quedabais en nada (como creía), quemaríais un cartucho y reforzaríais las posiciones más inmovilistas. Qué olfato el mío; no era agitar las aguas, era un maremoto. No me lo terminé de creer hasta última hora del 25 de mayo, pues pensaba que era un fenómeno muy madrileño, al calor de cierto ambiente activista y las carencias de una IU envilecida y rota. Pero allí estaba, en un colegio de Pajarillos Altos, una de las zonas más humildes de Valladolid, viendo cómo gente de todo tipo buscaba tu jerol en el montón de papeletas. Te mandé un whatsapp, cambiando la apuesta a última hora, diciendo "lo vais a petar, quedaréis casi como IU" y me confesaste tu vértigo. Pero se te quedó pequeño en cosa de semanas.

Como te decía, desde entonces, con todo lo que ha ocurrido de por medio, ando desubicado. Han pasado cosas apasionantes, pero también hemos vivido otras muy feas. Es lo malo de tener la ocasión de ver los fenómenos desde tan cerca, que se les notan todas las costuras. No sé qué narices ha pasado desde aquellos días en que hablábamos de montar unas jornadas de debate a partir de aquello que escribí y que, con razón, decías que flojeaba en la parte propositiva. Lo que me preocupa no es tanto que la vida nos haya vuelto a llevar por sitios tan diferentes, sino que se hayan roto tantas complicidades entre gente que pensábamos tan parecido. Estoy descreído y triste, tengo un absoluto desánimo por haber sido incapaces de hacer lo que debíamos y por haber perdido la complicidad con quienes coincidía casi telepáticamente durante años y me servían de asidero para saber que iba por el camino correcto. Por sentirme en tierra de nadie, sin querer quedarme encallado entre quienes blanden banderas como excusa, ni verme sumergido en una vorágine a costa de perder mi bagaje, mi gente, mi camino de años.

Yo entiendo, e incluso comparto, casi todo lo que habéis hecho, y me enfado con muchas de las críticas bobaliconas que os hacen. Pero tengo muchas dudas acerca de la manera en que se ha recorrido ese camino, con demasiadas renuncias. No planteo una objeción meramente ética, es también práctica. Entiendo la necesidad de adecuar el discurso para tratar de aglutinar mayorías, y que eso no tiene por qué suponer una renuncia en términos políticos. Pero, ¿y si gobiernas? Tengo miedo a esa pendiente resbaladiza, a que lo que ahora son matices de discurso para alcanzar el poder acaben siendo renuncias en lo que importa para evitar que los poderes fácticos derriben al gobierno. E igualmente entiendo que era necesaria una hoja de ruta sin fisuras y una estructura potente pero ligera para afrontar un ciclo electoral vertiginoso, pero ¿no habrá demasiados daños colaterales para pensar en el día "después"? Pase lo que pase, el 21 de diciembre quedará muchísima tarea por hacer y en la retaguardia hay gente muy valiosa que está empezando a volverse a su casa.

Ojalá sea solo cosa mía, pero me temo que no, que hay mucha gente que nos hemos quedado sin norte y sin ganas de casi nada tras dos años locos. Sé que asumisteis que vuestra apuesta tendría costes, y que sois los primeros que lo sufrís en vuestras propias carnes. Pero a veces temo que tras vuestro rastro solo esté quedando tierra quemada y que, si no acertáis con esa bala, quedemos inermes. Estaré encantado de equivocarme, una vez más.

Que vaya bien la campaña, y a ver si hablamos. Un abrazo.

Comentarios

MARCOPOLO ha dicho que…
Mal porvenir el que se adivina.
Desde IU posiblemente se hayan hecho cosas mal, también desde el PCE y ahora desde Podemos.
Pero lo que se ha hecho rematadamente mal ha sido llegar hasta aqui.
Y me refiero a llegar a este punto de la historia sumergidos hasta la línea de flotación dejándonos llevar por la corriente en todos los ámbitos sociales, sindicales, laborales, políticos, ciudadanos.
La sociedad que nos acoge o que nos envuelve quizás debería decir nos engulle es una pantomima normalmente digo es una mierda.
Creo que además de la poca implicación social que tenemos, yo el primero, ha cundido y se ja extendido de manera alarmante enfermiza la individualidad social que impide cualquier forma de colaboración de lucha de progreso.
Lo pagaremos.
Salud.
No estoy muy optimista últimamente.
Anónimo ha dicho que…
Cuando acostumbras a no decir lo que verdaderamente piensas, al final, acabas pensando como lo que dices...