Nuestro reino sí es de este mundo (A salto de mata VII)


En el post anterior late una (auto)crítica que creo que es necesario hacer en la izquierda, que es el hecho de haberse limitado al terreno expresivo y haber renunciado a la transformación, aquí y ahora, de las relaciones sociales de consumo, producción, creación cultural, etc. Con la evidente excepción de los casos en los que ha podido hacerlo desde las instituciones.

Me explico mejor: la mayoría de las organizaciones políticas de izquierda basan su actividad en comunicar sus impresiones y propuestas con respecto a todo tipo de cuestiones. Aprueban declaraciones, realizan comunicados, presentan iniciativas institucionales, editan boletines, organizan charlas, convocan o se suman a manifestaciones… En cualquier caso, expresan su opinión, ya sea con la intención de inducir a la reflexión y agitar conciencias o simplemente intentando representar las ideas de una parte de la sociedad.

Sin embargo, como bien decía recientemente Juan Torres “la izquierda paga muy caro también su incapacidad para "adelantar" a la sociedad lo que le ofrece, para anticiparle de alguna forma el tipo de mundo que desea alcanzar”, en contraposición con las cooperativas, los vínculos de solidaridad y las experiencias de vida en común de los primeros movimientos obreros. De alguna manera la izquierda ha de demostrar que su reino también es de este mundo, que no ofrece exclusivamente esperar a una victoria electoral que se antoja lejana. La enormidad del reto de transformar la sociedad y la pequeñez de quienes nos lo planteamos acaba convirtiéndose en melancolía. Al final nuestras charlas, reuniones y debates son una mezcla del “qué mal está todo” con el “habría que”. Es necesario tocar con las manos ese mundo que deseamos, y en parte, es posible.

Un ejemplo: FIARE comenzará a operar como una entidad de crédito en 2013 (con sus cuentas, sus tarjetas y todo). ¿No sería decisivo incentivar que se muevan miles de cuentas a, por ejemplo, esta banca ética? No ya por sentirse más a gusto con el destino de nuestros ahorros, sino porque así reduciríamos la capacidad de chantaje de la gran banca. Otro ejemplo: MásPúblico, una cooperativa de extrabajadores y lectores de Público lanzará un periódico de información general muy pronto. ¿No sería fundamental que tuviera suficiente apoyo económico para que pudiera tener periodicidad semanal o incluso diaria? Para completar la estupenda labor que realizan medios como Diagonal, llegando a sectores sociales menos ideologizados que a día de hoy recurren a los medios de los grandes grupos empresariales.

Hablo solo de estos dos ejemplos en los que participo personalmente como cooperativista, pero habría otros muchos que no se limitan a opinar sobre la sociedad, sino que la transforman aquí y ahora. La izquierda debe asumir también como tarea estratégica fortalecer todo tipo de iniciativas ciudadanas que forjan nuevas relaciones sociales desmercantilizadas, solidarias, alternativas. No tomándolas al asalto, sino "regándolas", colaborando para que broten y crezcan. No solo sirve como carta de presentación de otra sociedad posible sino que, efectivamente, permite vivir de acuerdo con otros valores, al menos una parte de nuestras vidas. Y además, contribuyen a no legar toda la responsabilidad de la transformación social a la acción desde los gobiernos, sino que estos pueden contribuir a regar, fortalecer y remover los obstáculos para que sea la ciudadanía la que cimiente el cambio. Un cambio que, será así o no será.

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