¿Tomar el poder? (A salto de mata VI)


Como terminaba diciendo en el anterior post, no basta con aspirar a un triunfo electoral (ya de por sí complicado) de alguna opción que rompa con la “política única”. Podemos fantasear con una situación extrema en la que podría llegar a darse una masiva transferencia de voto a la desesperada desde los partidos mayoritarios hacia una opción alternativa. Pero aún así sería todo un regalo envenenado, por dos motivos:
  • En primer lugar, porque se le exigirían unos resultados inmediatos muy difíciles de obtener. Como decíamos ayer, el escenario real es gestionar la miseria con una soberanía limitada. 
  • En segundo lugar, porque las presiones desestabilizadoras que surgirían desde todo tipo de instancias serían difícilmente soportables únicamente con “voto prestado”. Basta ver el revuelo mediático, diplomático, económico, etc. que se levantó ante la mera posibilidad de que en Grecia ganara quien no podía ganar.
No pretendo con ello llegar a la desalentadora conclusión de que ni tomando el poder hay alternativa. Lo que afirmo es que tomar el gobierno no es tomar el poder. Seguramente, es condición necesaria, aunque solo fuera para cambiar el rumbo de algunas decisiones con efectos inmediatos sobre las vidas de las personas. No podemos confiarlo todo a un proceso constituyente, que para ser realmente democrático debe ser pausado, y mientras tanto olvidarnos de las necesidades materiales. Pero, siendo condición necesaria, no es condición suficiente, si ese gobierno no puede salirse de los estrechos márgenes en los que se encorseta a la “política posible” hoy. Y no puede desbordar esos márgenes en solitario, por las trabas que apuntaba antes y porque el poder no está únicamente, quizás ni principalmente, en las instituciones representativas.

A ver si consigo no hacerme un lío: no podemos combatir el poder real desde el poder sometido. Es decir, si hay gente que no deja ni siquiera a Rajoy, que es "de los suyos", que afloje una miaja (siquiera sea para que no se descalabre electoralmente), ¿qué iba a poder hacer un gobierno de gente común y con ganas de tocarles los privilegios?. Quizá es más lógico pensar que también es necesario actuar desde el contrapoder social, porque el dominio efectivo sobre nuestras vidas no se ejerce solamente desde las instancias de gobierno. Si nos han podido someter a este enorme chantaje que está resultando ser la crisis es precisamente porque nos han hecho dependientes de su engranaje. "A la mierda los bancos", sí, pero a día de hoy nuestros escasos ahorros no están en otra parte. "Ya está bien de empresarios chupasangres", sí, pero aún no hemos sido capaces de generar alternativas de subsistencia al margen de su “espíritu emprendedor”.

Sin trabajar en el terreno de alternativas financieras, productivas, de consumo, etc. el poder real tendrá plena capacidad de chantajear al mejor intencionado de los gobiernos a través de las vidas de la bienintencionada ciudadanía que le votó, que sufrirá los efectos del boicot patronal.

Propongo una tarea enorme, hercúlea, lo sé. Pero lo bueno es que no hace falta esperar a escenarios tan improbables como un seísmo electoral, sino que se puede trabajar en ello ya. Más aún, se está trabajando ya.

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