Una de mis primeras visitas a tierras donostiarras, o al menos la que más recuerdo, fue en 1997. Ya he hablado aquí de ella: coincidió con el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco. También fue unos meses después de que Garzón mandara detener a la Mesa Nacional de HB; fui a Zarautz dos veranos más tarde y algunas paredes daban la bienvendida a los integrantes de la misma, una vez que el Constitucional anuló la sentencia del Supremo.
Después de todo este tiempo, ese espacio político ha respondido a doce nombres diferentes, casi uno por año. La Ley de Partidos acortó el camino para parar los pies a esa familia política que vivía en cierta connivencia con ETA. Demostrar que más allá de eso había una relación de jerarquía, que había vínculos de financiación o que se incumplía cualquier otro tipo penal era demasiado complejo. Hubo que estirar el Estado de Derecho hasta que la Ley recogiera aquello que sí era fácilmente demostrable. Entramos en un terreno muy resbaladizo, principalmente por dos motivos: primero, porque no se trataba ya de castigar el delito de unos dirigentes en concreto (como se intentó con la Mesa Nacional de HB), sino de ilegalizar a toda una fuerza política y afectar, por tanto, al derecho al sufragio de decenas de miles de personas; y segundo, porque el hecho de que alguien no exprese su rechazo ante las carnicerías y la amenaza constante es éticamente deleznable. Pero ¿es delictivo?
Durante una temporada, se jugó al ratón y al gato. La izquierda abertzale lo intentó con cambios de nombre, utilizó siglas de otros partidos preexistentes, buscó candidaturas "limpias" sin personas vinculadas a épocas anteriores. En algunos casos consiguió encontrar resquicios y en otros no. Hasta llegar al momento actual en el que prácticamente tenían la partida perdida. Fuera de casi todas las instituciones, con unas bases desmoralizadas, con una importante fuga de voto hacia otras opciones como Aralar. Con una ETA enormemente débil que se la había jugado en el último intento de negociación.
En unas condiciones tan adversas, han conseguido el más difícil todavía. Este fin de semana, en muchos rincones de la Parte Vieja se respiraba un aire de euforia ante la presentación este lunes del nuevo partido. Todo estaba plagado de pancartas, folletos y carteles como los que aparecen en la foto. Esta vez se conjugaba la enorme capacidad comunicativa de la izquierda abertzale, que maneja como nadie los tiempos, los lemas, la imagen, etc. con un verdadero proceso de debate, de hondo calado. Y lo enormemente paradójico es que, con todo el proceso iniciado con la ponencia Zutik Euskal Herria, las movilizaciones de Adierazi EH, los contactos con otras fuerzas y las sucesivas declaraciones exigiendo pasos a ETA, han conseguido generar un clima en el que sus bases viven como un triunfo el hecho de que den una rueda de prensa como la de ayer en el que el resumen bien podría ser: vale, entramos por el aro. Cumplimos a rajatabla una Ley que hemos rechazado frontalmente, que hemos llevado a los tribunales europeos, que consideramos antidemocrática. Pero, ojo, lo hacemos porque queremos, no porque nadie nos haya obligado. Es inevitable acordarse de ese chiste tan machista.
Sin embargo, los partidos promotores y defensores de la Ley de Partidos no parecen asumir que están asistiendo al triunfo más rotundo de su estrategia. En vez de ser capaces de vender esto como un absoluto éxito y afirmar "gracias a nuestra firmeza esta gente ahora rechaza la violencia" siguen con el discurso de "ojito, que nos la quieren jugar". Especialmente los socialistas podrían aprovechar el momento para apuntarse un tanto histórico; perderán la ocasión si Sortu, que así se llamará el invento, supera todos los trámites. La izquierda abertzale seguirá vendiéndolo como un triunfo y las bases socialistas y el común de los mortales lo verán como una derrota.
En el fondo, poco me interesa el rédito que cada uno de los extremos en juego pueda sacar de esto. Me ilusiona pensar que hay mucho de sinceridad en el proceso de reflexión de la izquierda abertzale. Me consta, porque he tenido buenos informadores, que la cosa va más allá de cumplir la ley para sobrevivir y volver a las instituciones. Lo único que me importa ahora es que, por el motivo que sea, parece abrirse camino un proceso irreversible en el que ETA debe optar entre desaparecer voluntariamente o que su propia gente se la lleve por delante. Y quien no sea capaz de ilusionarse con esa perspectiva quizá vivía con demasiada comodidad la confrontación.
Comentarios
bienvenido seas, de nuevo. gracias por volver, se te echó de menos.
http://www.nortecastilla.es/rc/20110210/mas-actualidad/espana/caamano-pese-diga-sortu-201102101034.html
y algunos consideran que si los promotores de sortu estuvieron en organizaciones ilegalizadas, entonces inmediatamente sortu es secuencia de esas organizaciones, aunque sortu sea radicalmente distinto en forma de funcionamiento o estatutos...
:(
me gustaria saber que se supone que tienen que hacer las gentes que han formado parte de alguno de los partidos y demas organizaciones ilegalizadas para poder defender sus ideas dentro del marco legal..
enlazado por nacho.
juan, vuelve...