Cuando los atajos se vuelven atascos

Como ando hoy un poco espeso y sin mucha inspiración, me he puesto a releer algunos escritos pasados, y he decidido usar uno para el apunte de hoy. Hace cosa de un año, una de las muchas obras de la larga precampaña cerraba el paso natural desde el centro hasta casa de mis padres. Como encima coincidía con unas cuantas más, los atascos que se formaban eran descomunales.

La calle Doctrinos estaba cerrada al tráfico, excepto para transporte público y residentes. Yo, como me muevo normalmente en bici, sorteaba la valla y lo usaba como atajo; los ciclistas, al no ser percibidos como “vehículos de pleno derecho”, solemos sufrir todo tipo de agravios, pero también tenemos la ventaja de adaptarnos mejor, un poco tramposamente, a los pequeños contratiempos del tráfico urbano.

Pero poco a poco algún conductor avispado iba colándose también, y así poco a poco, se convirtió en una calle colapsada más. En ese momento te das cuenta: los atajos sólo sirven mientras no los conozca todo el mundo, mientras puedas usarlos tú, pero no todos los demás. O quizás mientras los use uno a costa de los demás.

Algo parecido está pasando en la economía mundial; hay quien dice que la crisis bursátil de las últimas semanas tiene algo que ver con la incorporación a la competición capitalista y las pautas de producción y consumo occidentales de países como China. Y si en ese caso quizás no está relacionado lo que está claro es que entre ellos y la India podrían poner en jaque el equilibrio mundial a este paso (y no hablemos ya del equilibrio ecológico); y aún quedarían varios cientos o miles de millones por incorporarse. Resumiendo: que el atajo del modo de vida occidental se convertiría en un gran colapso si todo el mundo se subiera al carro. Y que, por tanto, sólo se sostiene a costa de la exclusión del mismo de la gran mayoría.

Lo cual me lleva a una última reflexión: lo estéril que es el falso debate interno que se abrió y quizás aún permanece en IU acerca del conflicto entre lo rojo y lo verde. Creo que es indiscutible que lo que pone en el centro la certeza de que el crecimiento no puede ser ilimitado es precisamente la cuestión de la igualdad, que considero que es el hilo rojo, la piedra angular del pensamiento socialista en todas sus variantes. Si aspiramos a un modelo de organización social más justo e igualitario, este tiene que ser universalizable, extensible al conjunto de la Humanidad, incluídas las generaciones futuras. Creo que en ese punto está el verdadero nexo entre el pensamiento ecologista y el socialista, y nos sirve mucho más (políticamente; en lo académico tiene su interés) que rebuscar atisbos ambientalistas en los escritos de Marx.

Debemos, por tanto, buscar soluciones válidas para todos, que no pongan un parche y generen otro problema. En nuestros hábitos particulares y desde los poderes públicos, dejemos de buscar soluciones individuales y a corto plazo. Los atajos no sirven.

P.D.: Este post va especialmente dedicado a quienes me habéis sugerido que pongo demasiados enlaces ;)

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Interesantísima reflexión la del atajo sí señor.