Procomún rural

Nota previa: mi anterior entrada, por motivos que desconozco, no apareció en ILoveIU. La enlazo aquí, por si a alguien le interesa.

La del fondo es una cabra montés, de una subespecie (Capra pyrenaica victoriae) que estuvo a punto de desaparecer y que prácticamente solo habita en la sierra de Gredos. Lo que está en primer plano es un hito (5ª acepción). Esos pequeños montoncitos de piedras son colocados por lugareños, pastores o montañeros para señalar diversas rutas, ya sea para disfrute turístico, para llevar el ganado o pasar de un lado a otro de la sierra. Esta práctica social nos ha permitido hoy encontrar el camino a la cumbre del Morezón (a casi 2400 m.) con bastantes menos dificultades que la salida de Ávila en dirección a Plasencia por carretera. Y gracias a ello hemos podido ver, casi tocar, a una veintena de amigas de la de la foto, varias águilas y unos cuantos tipos de lagartos, amén de la que dicen que es la mejor vista del Circo de Gredos (que yo no he podido disfrutar porque tengo vértigo).

Dudo mucho de que quienes han ido colocando esas piedras cobren algo por ello o reciban ningún tipo de subvención de la Junta. Miento, no dudo: estoy seguro. Y, por supuesto, no hemos tenido que pagar nada por disfrutar de la ruta.

En el extremo contrario están las Cuevas del Águila, que visitamos ayer. Son una verdadera maravilla geológica, una enorme cavidad generada durante millones de años de erosión del agua, y en la que posteriormente se fueron creando miles de formaciones calcáreas. Fueron descubiertas (quizás redescubiertas) en 1963 por un grupo de chavales; quién sabe de qué modo esas grutas han pasado a ser explotadas por algún tipo de entidad privada (quizás simplemente los antiguos dueños de la finca). Nos calcaron 7 € por persona (más que por ver la colección general de El Prado), sin contar con ningún guía ni nada por el estilo; apenas unos cuantos trabajadores que algo aburridos señalaban con las linternas estalagmitas diciendo "mire, una tortuga", "esa parece una mano" o "ahí tiene a la Virgen del Carmen" (no es cachondeo, estaba la Virgen del Carmen).

Alguna gente ha recuperado el palabro procomún para denominar a los modelos de gestión de recursos basados en la comunidad, a raíz del surgimiento del movimiento por la cultura libre y las licencias abiertas de propiedad intelectual (como las que promueve Creative Commons). No sé si es forzar mucho la comparación pero, salvando las distancias, las dos visitas me han recordado a la diferencia entre el software propietario y el software libre.

El montañero que coloca un hito permite que los demás disfruten de esa ruta libremente o incluso que la intenten mejorar y modificar poniendo otros hitos. Y seguramente no espere más recompensa que la de encontrarse ese tipo de ayuda en otros lugares que recorra. Es un comportamiento que dejaría perplejo a mucho neoliberal: ¡tanto free rider aprovechándose de su esfuerzo!

Si a alguien que hace unas décadas creyera haber descubierto esa o cualquier otra ruta le hubiera dado por señalizarla, vallar el terreno y cobrar entrada, muy posiblemente hoy creyéramos que los euros que nos cobrase bien valdrían esas vistas y admirar esos animales; e incluso hasta agradeceríamos la cerveza a 3 € que nos vendiese a mitad de subida, quizá desviando el camino hasta el lugar donde hubiera colocado el pertinente bar. No muy diferente a lo que hacen en las grutas.

Bajando del Morezón, nos ha dado por explorar y nos hemos metido por un camino alternativo que seguramente no usa mucha gente (aunque algún hito había), por el que casi nos jugamos el tipo. Una vez a salvo, mi padre ha bromeado: "podíamos patentarlo". Esperemos que todo el mundo siga considerando esa posibilidad una broma.

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