Este es el primero de varios posts que escribiré sobre los últimos barómetros del CIS. Ha de tenerse en cuenta que tomamos como referencia las encuestas posteriores a las elecciones de Noviembre de 2011. Los estudios del CIS están siendo más conservadores que los de otros institutos demoscópicos a la hora de predecir cambios drásticos en el sistema de partidos (quizá por la realización de encuestas a domicilio frente a las telefónicas, como expliqué). Pero las tendencias que apunta, aunque más suaves, son similares sobre todo si atendemos a los datos "en bruto" y no a la estimación electoral que es el dato más atractivo periodísticamente, pero el menos relevante para entender qué está pasando.
Como ya señalé hace unos meses se están produciendo cambios muy llamativos en los sectores que declaran su intención de no ir a votar o que no saben lo que harán. Como decía entonces, "lo que está provocando el incremento espectacular de esos datos (abstención y NS/NC) es la desafección de los sectores que más identificados se han sentido por el momento con "el sistema". Es decir, se está abriendo una brecha entre sectores que, por su ideología, su fidelidad partidaria o su edad (la franja que se hizo adulta con la Transición), jamás habían dejado de asistir a la cita con las urnas".
Cuando comento esto por ahí hay un comprensible escepticismo. "No te fíes de las encuestas, los de derechas al final van a votar siempre" o "el PSOE al final siempre resucita", son comentarios habituales. Y es cierto que ha habido ciertos patrones de comportamiento que explican este análisis "de bar": la derecha, desde los noventa, ha tenido una altísima fidelidad de voto concentrada en el PP, y el PSOE ha sabido concentrar la mayoría del voto de izquierdas, aunque buena parte de ese electorado elija dicha opción en términos de "voto útil". Pero hay motivos para pensar que lo que está pasando ahora es muy distinto. Cierto que "la única encuesta válida es la de las urnas" y demás topicazos, pero jamás había ocurrido lo que está pasando ahora. Jamás el partido del gobierno y el principal de oposición habían bajado a la vez, de forma tan sostenida y tan drástica. Y jamás en los últimos 20 años se habían visto tendencias abstencionistas tan fuertes en determinados sectores sociales. ¿Cuáles son?
- Votantes de derecha: Si observamos quién no tenía pensado votar en Enero de 2012, el sesgo hacia la izquierda era claro. La abstención "consciente" era de 13,5 puntos en la extrema izquierda, 7,7 en la izquierda moderada o 12,6 en el centro, por apenas un 2,3 y 1,2 en derecha y extrema derecha. En Julio de 2013, la intención de abstenerse en la extrema izquierda permanece intacta (13,7), se dobla en la izquierda moderada y centro (17,3 y 25), pero se multiplica por seis o más en la derecha y extrema derecha (12,1 y 7,8). Los números siguen siendo mayores en la izquierda, pero la tendencia es mucho más pronunciada entre el electorado de derechas.
- Votantes del Partido Popular: Si analizamos la encuesta en función del recuerdo de voto (lo que se afirma haber votado en 2011), el electorado del PP es el que más rápido evoluciona hacia la abstención. En el electorado de PSOE, IU y UPyD prácticamente el día después ya había entre un sector de entre el 3,7 y el 5% de sus electorados dispuesto a abstenerse (es habitual). En el del PP, mucho más fiel, solo un 1,7% decía que no votaría. Sin embargo, mientras que en el de IU los potenciales abstencionistas son hoy un 10%, y los de PSOE y UPyD en torno al 13%, los del PP han pasado de aquella bajísima cifra a la más alta de todas: un 18,8%, dentro de una constante tendencia al alza. Por tanto, mientras que en el electorado de IU la tendencia abstencionista se ha doblado, y en el de PSOE o UPyD se ha triplicado, en el del PP se ha multiplicado ¡¡por 11!!.
- Votantes de "edad madura": En Enero de 2012 tanto en el recuerdo de voto como en la intención de voto, el sesgo abstencionista era hacia los sectores más jóvenes (entre 18 y 35 años). El abstencionismo ha crecido desde entonces en todos los tramos de edad, pero especialmente en los intermedios. Entre las personas de 18 a 24 años, apenas ha habido un ligero crecimiento (del 16,7 al 18,8%), pero en edades más avanzadas se dispara. Ya de forma importante entre las de 25 a 34 años (del 18 al 28%), pero se dobla o se triplica el porcentaje entre las personas entre 35 y 65 años, donde el abstencionismo está ahora en torno al 25%. No pasa lo mismo, sin embargo, entre los mayores de 65, con una subida más ligera, del 12,3 al 19,6%. Por tanto, prácticamente se elimina el sesgo de edad en la abstención y se concentra en las edades intermedias, en las que antes había muy poca abstención y ahora se ha disparado.
- Votantes de clases medias y altas: Lo mismo ocurre en función de la clase social. De acuerdo con la clasificación del CIS, obreros cualificados y no cualificados eran más abstencionistas (16,4 y 17,9%) que las clases medias y altas (entre el 9,1 y el 12,7%). Sin embargo, la abstención ha crecido mucho más rápido en éstas últimas y se ha producido una igualación en torno al 22 o 23% en todos los sectores, lo cual nos indica que la tendencia al abstencionismo es mucho más pronunciada entre los sectores más pudientes.
- Votantes con estudios: La misma tendencia se observa en relación con la formación. El sesgo abstencionista, aunque ligero, se decantaba hacia las personas sin formación o con educación primaria. Ahora se ha multiplicado extraordianariamente en los sectores con educación secundaria, formación profesional y universitaria, de manera que en todos los sectores se oscila entre un 20 y un 30%. La tendencia abstencionista es algo mayor en los sectores con más formación.
* El CIS ha modificado recientemente la clasificación por formación, dividiendo los estudios de secundaria y unificando los universitarios medios superiores. Por ello he realizado medias, lo cual es poco ortodoxo. Para mayor rigor, ver los datos originales.
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